Disbiosis, enfermedad y potenciales aplicaciones terapéuticas
La disbiosis se describe como una desviación de la normalidad en la composición de la microbiota intestinal. Distintas patologías se ven asociadas a cambios en la composición de la microbiota intestinal, si bien el hecho de la asociación no implica necesariamente causalidad, pudiendo ser estos hallazgos consecuencia de la propia enfermedad. Para establecer un papel etiológico se precisa de estudios de intervención y seguimiento, con restauración de la diversidad o composición teóricamente perdida. Los estudios con ratones gnobióticos proporcionan un escenario idóneo para profundizar en este tipo de cuestiones. Distintas líneas de investigación sugieren el papel de la microbiota intestinal en patologías muy diversas, incluyendo el síndrome metabólico, hígado graso no alcohólico, diabetes tipo 2, dislipemias, obesidad, enfermedad inflamatoria intestinal, síndrome del intestino irritable, trastornos de la conducta tipo autismo, etc. El espectro de posibilidades es muy amplio y los datos todavía son poco consistentes, pero a corto plazo se espera tener información precisa gracias a las nuevas tecnologías.
La identificación de estados o rasgos de disbiosis bien definidos, sean causa o consecuencia del estado patológico, proporcionará la información necesaria para diseñar y desarrollar estrategias de reparación del ecosistema microbiano intestinal con potencial terapéutico. Los abordajes que actualmente se consideran serían mediante antibióticos, prebióticos, probióticos, o trasplante de flora fecal. Cualquier aproximación terapéutica que intente devolver un orden microbiológico supuestamente perdido ha de realizarse desde una óptica de ecología bacteriana, es decir, tratando de restaurar grupos bacterianos y no cepas aisladas14, tal como se ha demostrado en modelos animales15. Este concepto se refuerza con el trasplante de flora fecal, con evidencia de eficacia en más del 90% en casos de colitis por Clostridium difficile refractaria, en comparación con el tratamiento estándar con vancomicina oral16.
Un estudio reciente llevado a cabo sobre individuos con síndrome metabólico y controlado contra placebo, procedió a la infusión de flora fecal procedente de individuos sanos de constitución delgada, y consiguió mejorar el perfil de resistencia insulínica a los pocos días de dicho trasplante17. Las implicaciones clínicas de estos cambios, así como su estabilidad a lo largo del tiempo, precisan de más estudios, aunque es claro que este abordaje emerge como una nueva vía terapéutica. En el caso de otras patologías, como la enfermedad inflamatoria intestinal, existe escasa evidencia de su eficacia, con únicamente series de casos aplicados en su mayoría a pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal tipo colitis ulcerosa. No están definidas todavía ni la preparación ni la vía de administración del trasplante fecal en humanos, y está claro que no es un procedimiento exento de riesgos. Sin embargo, estos primeros pasos confirman la noción de que recobrar equilibrio en el ecosistema intestinal puede servir para prevenir o combatir algunas patologías, y probablemente llevarán a la selección de consorcios bacterianos bien caracterizados para su uso en indicaciones clínicas definidas.
Probióticos y prebióticos
Existe ya experiencia dilatada en el uso de probióticos y prebióticos para determinadas indicaciones de salud. Los probióticos y los prebióticos pueden optimizar la relación de simbiosis entre la microbiota y el organismo anfitrión u hospedador. Muchas cepas de probióticos mitigan la inflamación de la mucosa intestinal modulando la respuesta a las agresiones (figura 3). Este tipo de intervenciones no pretende cambios radicales en el ecosistema intestinal, pero sí resolver problemas de salud puntuales en relación con complicaciones o desequilibrios de caracter agudo, como por ejemplo las diarreas infecciosas (virales o bacterianas) y los trastornos inducidos por el uso de antibióticos.
El uso adecuado de bacterias vivas capaces de inducir efectos beneficiosos (probióticos) ocupa un lugar cada vez más importante en nutrición y medicina. Los expertos de Cochrane han publicado ya 21 revisiones sistemáticas sobre este tema. Un área principal de aplicaciones de probióticos y prebióticos ha sido la prevención y el tratamiento de trastornos gastrointestinales. Hay amplia evidencia científica que documenta la eficacia de determinadas cepas probióticas en procesos agudos del aparato digestivo. Algunas de estas indicaciones ya forman parte de la práctica clínica. La Organización Mundial de Gastroenterología (WGO) ha publicado una guía práctica sobre el uso de probióticos y prebióticos en gastroenterología. La guía de la WGO fue elaborada por un grupo de expertos internacionales y traducida a distintos idiomas, de modo que está disponible en la página web de la organización en sus versiones inglesa, francesa, española, portuguesa, rusa y china (http://www.worldgastroenterology.org/global-guidelines.html). Es interesante resaltar que la guía clínica incluye tablas con las indicaciones concretas que pueden beneficiarse del tratamiento con probióticos específicos a dosis adecuadas, evitando por tanto recomendaciones generalizadas que no tienen fundamento científico.
Conclusiones
Las nuevas técnicas de secuenciación, junto con el desarrollo de nuevas herramientas de análisis computacional, han permitido la descripción en profundidad de la composición bacteriana del ecosistema intestinal humano, así como el conocimiento de las funciones que tal comunidad aporta al huésped. Los siguientes pasos incluyen la identificación de los cambios que puedan estar asociados a determinados estados patológicos, con el objeto de restaurarlos y restablecer la salud.
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