Se cumplen 20 años de la publicación científica donde se confirmó que la leche materna no es estéril y contenía bacterias lácticas.

En 2003, una publicación confirmaba que la leche materna no es estéril. Recordamos este legado científico, que ha moldeado nuestra visión sobre la lactancia y la salud materno-infantil desde entonces.

Hace veinte años que se publicaron dos estudios de investigación, realizados por el Departamento de Nutrición y Bromatología de la Universidad Complutense de Madrid, en los que se confirmaba que las bacterias lácticas presentes en la leche materna tienen un origen endógeno y no son el resultado de la contaminación de la piel del pecho materno.

Los estudios, cuya primera autora fue la doctora Rocío Martín (en la actualidad líder de investigación en la empresa Danone) y liderados por el profesor Juan Miguel Rodríguez, supusieron un hito importante en las investigaciones sobre el microbioma mamario, con importantes repercusiones y aplicaciones clínicas en la alimentación y salud del entorno materno-infantil.

El primer estudio (J Pediatr. 2003; 143:754-8, figura 1) tenía como objetivo investigar si la leche materna humana contenía bacterias lácticas potencialmente probióticas y, por tanto, si puede considerarse un alimento simbiótico. En él se identificó la presencia de bacterias lácticas en la leche materna de mujeres sanas, evaluándose su afectación en la composición cualitativa y cuantitativa de la microbiota intestinal de los lactantes.

En el año 2003 ya era de sobra conocido que la lactancia materna protegía al recién nacido y a los lactantes contra las enfermedades infecciosas. Este efecto beneficioso es debido a numerosos componentes bioactivos de la leche materna, como las inmunoglobulinas maternas, entre una variedad de otros compuestos antimicrobianos. También se sabía que la leche materna contenía sustancias prebióticas, los llamados factores bifidogénicos, hoy conocidos como oligosacáridos de la leche materna (HMO, por las siglas en inglés de Human Milk Oligosaccharides), que podían estimular selectivamente el crecimiento de un número limitado de bacterias beneficiosas en el intestino, concretamente las bifidobacterias. Estas propiedades saludables eran bien apreciadas por los pediatras cuando comparaban a los lactantes amamantados al pecho con los alimentados con fórmulas infantiles estándar.

Por otro lado, la mayoría de los estudios sobre la microbiología de la leche materna se limitaban, principalmente, a los relacionados con casos clínicos de mastitis, patología relativamente frecuente entre las madres lactantes. Sin embargo, sorprendía la falta de investigaciones sobre el aislamiento y análisis de bacterias comensales o probióticas potenciales de la leche de las mujeres sanas, a pesar de que los lactantes fueran especialmente susceptibles a las enfermedades infecciosas.

Los autores aislaron bacterias lácticas de la leche, la areola mamaria y la piel del pecho de ocho madres sanas, así como de hisopos orales y heces de sus respectivos bebés amamantados, comprobándose que ciertas fuentes (areola mamaria, leche materna, hisopos orales y heces de los lactantes) mostraban perfiles microbianos idénticos, principalmente Lactobacillus gasseri, aspecto que no ocurría con la piel de la mama. Con ello se podía determinar que la lactancia materna puede desempeñar un papel en la colonización bacteriana del tracto digestivo infantil.

En conclusión, los resultados preliminares de este primer trabajo demostraban que la leche materna contiene una fuente natural de bacterias lácticas para los neonatos y lactantes a través de la lactancia materna, y puede considerarse un alimento simbiótico al contener HMO. Los autores abrían la posibilidad de aislar de la leche materna bacterias con la capacidad de conferir beneficios para la salud materno-infantil, como las investigaciones posteriores nos han demostrado.

En el segundo estudio, publicado un año después (Trends in Food Science and Technology. 2004; 15:121-7, figura 2), se habla abiertamente de una microbiota en la leche humana y se afirma que en ésta se suelen aislar estafilococos, estreptococos, micrococos, lactobacilos y enterococos, que deben considerarse componentes de la microbiota natural de la leche humana y no meras bacterias contaminantes. Estos grupos bacterianos contienen cepas que podrían ser utilizadas potencialmente como agentes bacterioterapéuticos o probióticos. No es extraño que la composición bacteriana de la microbiota fecal refleje la composición bacteriana de la leche materna.

En ese momento, el origen de las bacterias de la leche humana era objeto de debate y se sugería que, al menos, algunas especies podían llegar de forma endógena desde el intestino materno a la glándula mamaria. En este trabajo se sugiere que puede existir un eflujo de las bacterias acidolácticas del intestino de mujeres lactantes sanas hacia el intestino de los bebés a través de la lactancia materna. Es lo que conocemos como circulación enteromamaria. Esto implicaría que la modulación de la microbiota intestinal de las madres puede tener un efecto directo sobre la salud de los lactantes y, por lo tanto, abriría nuevas perspectivas para la bacterioterapia y los probióticos, como se ha podido comprobar en estas dos décadas.

Sirva esta nota histórica para homenajear al grupo de investigación del Departamento de Nutrición y Bromatología de la Universidad Complutense de Madrid del profesor Juan Miguel Rodríguez por su labor investigadora en el campo de la microbiota mamaria en estos años y, en particular, a la doctora Rocío Martín por sus continuas e innovadoras aportaciones científicas en pro de la salud materno-infantil. En la figura 3 aparece en su intervención como ponente invitada a la Conferencia de Inauguración del XIV Workshop de la SEMiPyP celebrado en Pamplona (España) en marzo de 2023.

Bibliografía 

  • Martín R, Langa S, Reviriego C, Jimínez E, Marín ML, Xaus J, Fernández L, Rodríguez JM. Human milk is a source of lactic acid bacteria for the infant gut. J Pediatr. 2003; 143(6):754-8.
  • Martín R, Langa S, Reviriego C, Jiménez E, Marín ML, Olivares M, Boza J, Jiménez J, Fernández L, Xaus J, Rodríguez JM. The commensal microflora of human milk: new perspectives for food bacteriotherapy and probiotics. Trends in Food Science and Technology 2004; 15:121-7.
Fecha de última modificación del artículo: 23/10/2023
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