El sistema inmune de las mucosas

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Placa de Peyer

Inmunidad innata

El sistema inmune, en el desarrollo de su papel defensivo puede ejercer dos tipos de respuesta: la inmunidad innata y la inmunidad adaptativa o adquirida. Ambas actúan de forma integrada y sinérgica.

La respuesta inmune innata se caracteriza por ser rápida e inespecífica, ya que no depende de la activación de linfocitos, y se produce en respuesta a una serie de antígenos de estructuras comunes a las células procariotas, como son los lipopolisacáridos (LPS) y los peptidoglicanos. Estos antígenos se denominan Pathogen-Associated Molecular Patterns (PAMP) (Takeuchi y Akira, 2010) y se unen a unos receptores denominados Pattern Recognition Receptors (PRR). Se conocen cuatro clases de PRR: RIG-I-like receptors, que reconocen ARN viral; receptores para leptina tipo C, que reconocen estructuras fúngicas; NOD-like receptors (NLR); y la familia de los toll-like receptors (TLR), implicados en el reconocimiento de estructuras bacterianas. Mientras que los NLR y los RIG-I-like receptors se localizan en el citoplasma, los TLR son receptores transmembrana, asociados a la membrana plasmática o a la membrana del compartimento endolisosomal. Los receptores para leptina tipo C suelen localizarse a nivel de la membrana de los lisosomas.  Dichos receptores son expresados tanto por células inmunes como no inmunes. Una vez que un patógeno o antígeno atraviesa la barrera epitelial, las células fagocíticas como los neutrófilos, monocitos o macrófagos son capaces de liberar una serie de citocinas que, a su vez, inducen el reclutamiento de neutrófilos al lugar de la inflamación. Las células dendríticas, otro tipo de células fagocíticas, que actúan como células presentadoras de antígenos, son capaces de inducir una respuesta inmunológica adquirida al presentar antígenos a células T naive. Por tanto, se trata de la primera línea de defensa frente a patógenos, rápida e inespecífica, y se encuentra coordinada con la respuesta inmune adquirida (Hooper y Macpherson, 2010).

Inmunidad adquirida

La inmunidad adquirida es específica contra el antígeno y genera memoria inmunológica, es decir, una defensa reproducible a lo largo del tiempo cuando tiene lugar el contacto con el antígeno que indujo la inmunización. Sus principales efectores son los linfocitos B y T, generadores de respuestas humorales y celulares respectivamente. Tanto las células B como las T son capaces de reconocer antígenos mediante receptores específicos (receptores BCR para las células B y receptores TCR para las células T).

La célula plasmática, que se origina mediante la diferenciación de los linfocitos B activados, es la célula efectora de la respuesta humoral. Secreta inmunoglobulinas, que serán Ig G o Ig M a nivel sistémico, o Ig A si se excretan a la luz de las mucosas. La IgA neutraliza los virus y bacterias, impidiendo la adherencia y colonización de las superficies mucosas. Por otro lado, la Ig A no activa el complemento, induciendo poca respuesta inflamatoria local.

En el proceso de reconocimiento inmunitario, los antígenos procesados por células presentadoras de antígeno desde la luz intestinal, se presentan a los linfocitos T a través del complejo mayor de histocompatibilidad (CMH). Los linfocitos se subdividen en linfocitos citotóxicos (CD8+) y helper (CD4+), que reconocen moléculas del CMH tipo 1 y tipo 2, respectivamente, produciendo su activación y expansión clonal dependiente de antígeno en los ganglios linfáticos mesentéricos (Hooper y Macpherson, 2010). A continuación se distribuyen por la circulación sistémica y retornan a la membrana basal de la mucosa intestinal, donde tendrá lugar la respuesta inmune, sea de tolerancia o de rechazo. La expansión clonal de células T helper da lugar a linfocitos helper de distinto fenotipo: Th1, Th2, Th17, Tr1 o T reguladoras según el perfil de citocinas que expresen (figura 4).

Así, la respuesta Th1 a través de la producción de IFN-γ, produce respuestas de hipersensibilidad retardada y activación de macrófagos, siendo efectivas en el aclaramiento de patógenos intracelulares. La respuesta Th2 produce interleucinas IL-4, IL-5, IL-13 e IL-25, es una reacción de importancia en la síntesis de IgE e induce una respuesta alérgica, actuando en la eliminación de parásitos. Con posterioridad, se han descrito la existencia de una tercera vía de diferenciación Th17 (Weaver, Harrington et al. 2006), fundamental en favorecer la protección del huésped contra bacterias extracelulares y hongos, para los que las vías Th1 y Th2 no resultan efectivas. Por otro lado, estas células son también mediadoras de respuestas autoinmunes. Los linfocitos CD4+ Th17 sintetizan fundamentalmente IL-17. Las células T reguladoras permiten el fenómeno de inmunotolerancia gracias a la secreción de citocinas reguladoras, de carácter antiinflamatorio como la IL-10 o el TGF-beta (Murphy y Reiner, 2002) en respuesta a antígenos que se reconocen como no patógenos, contrarrestando las otras respuestas Th1, Th2 y Th-17.

Habitualmente, a nivel de la barrera intestinal, predomina un ambiente de inmunotolerancia probablemente mediado por células T reguladoras, permitiendo la exposición continua a los antígenos derivados de la dieta y a nuestra propia flora comensal, sin desarrollo de respuesta inmune antiinflamatoria.

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Fecha de última modificación del artículo: 11/05/2014

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