Desde hace tiempo existen en las Oficinas de Farmacia, numerosos preparados con probióticos . Algunos están etiquetados como medicamentos (los menos) y la mayoría, como suplementos alimenticios, bien solos o combinados con otros nutrientes.
Los farmacéuticos, generalmente, tienen muchas dudas a la hora de recomendar estos preparados, debido en parte a la escasa formación universitaria en este tema, hecho que también ocurre entre los médicos (véase post sobre los probióticos y la enseñanza de la microbiota intestinal en las facultades).
A todo esto se añade la gran diversidad de preparados comerciales con probióticos existentes en nuestro país, con diferentes cepas o mezclas de ellas, distintas concentraciones de UFC, diversas formas galénicas de presentación y condiciones de almacenamiento, diferentes empleos clínicos (cuando se especifican), etc. (véase post sobre la eficacia de los preparados comerciales con probióticos).
Todo ello provoca, muchas veces, cierto desconcierto en estos profesionales sanitarios, que se hacen preguntas como: ¿todos los preparados son iguales?, ¿presentan el mismo efecto fisiológico?, ¿se pueden emplear a todas las edades y tipo de pacientes?, ¿cuándo y durante cuánto tiempo se deben administrar?, ¿cómo se deben conservar? y, sobre todo, ¿en qué enfermedades se puede recomendar su uso?
Personalmente, he tenido la oportunidad de impartir alguna ponencia sobre conocimientos básicos de la microbiota intestinal y su aplicación clínica con el empleo de probióticos en varios Colegios Oficiales Provinciales de Farmacéuticos. Esto me ha producido una grata satisfacción, que he compartido con otros compañeros, por el interés mostrado por estos profesionales para actualizar o iniciar sus conocimientos en este campo.
También he podido compartir este interés en INFARMA 2014, celebrado este año en Madrid, donde en diversas convocatorias transmití a este colectivo mis conocimientos, que fueron recibidos con entusiasmo a tenor de sus ingeniosas preguntas. Por supuesto, dicho fervor creo que se debe más al tema en cuestión que al orador.
Sin embargo, me ha impactado en estos encuentros la sorpresa del farmacéutico ante la escasa prescripción de estos preparados por parte de los médicos. Sobre todo después de haber reseñado una importante evidencia científica sobre su empleo en patologías tales como la diarrea aguda o en la prevención de la diarrea asociada a los antibióticos.
La formación continuada en este campo no es un hecho aislado y son varios los Colegios Oficiales Provinciales de Farmacéuticos (Córdoba, Baleares, etc.) en los que se han desarrollado cursos de formación en esta disciplina. Dichas reuniones son, generalmente, patrocinadas por laboratorios de la industria farmacéutica que cuentan en su vademécum con preparados comerciales con probióticos.
De una manera más institucional, la Sociedad Española de Probióticos y Prebióticos (SEPyP) ha comenzado a desarrollar una serie de cursos de formación sobre este tema en diferentes Colegios Oficiales Provinciales de Farmacéuticos. El primero se impartió en abril de este año, con una amplia acogida por parte de los farmacéuticos de la provincia de Valencia. En lo que queda de 2014 está previsto realizar dos más (en Barcelona y Madrid), habiendo contactos para próximas sedes en Bilbao, Zaragoza y Sevilla.
El objetivo de estos cursos es la actualización, tanto de los conocimientos básicos para el empleo el de probióticos y prebióticos como en la profundización en el estudio de la microbiota y sus futuras aplicaciones clínicas, a tenor de las últimas investigaciones. El farmacéutico es uno de los profesionales sanitarios más involucrados en este tema y, cada vez más, demanda una formación necesaria para poder recomendar un empleo racional de estos preparados a los ciudadanos.