La International Scientific Association for Probiotics and Prebiotics (ISAPP) sugiere que hay ciertos efectos beneficiosos (“core benefits”) que pueden adscribirse a los probióticos como clase. Desde ese punto de vista, mejorar la salud intestinal sería un beneficio común asociado al consumo de distintas cepas de probióticos.
El concepto de salud digestiva asociada al consumo de probióticos nunca ha gustado por ser demasiado impreciso o etéreo. Puede interpretarse como una puerta falsa para alegar efectos beneficiosos que no pueden demostrarse por métodos científicos. Tampoco gustaba a los expertos consultados por la FAO-OMS en 2002, entre los que se encontraban Gregor Reid (Canadá), Lorenzo Morelli (Italia) y Mary Ellen Sanders (EEUU). Emitieron sendos informes en los que se destacaba la importancia de definir y cuantificar con precisión los beneficios de los probióticos mediante estudios adecuados1.
Tras más de una década de trabajo, la visión de los expertos ha evolucionado. El reciente consenso de la International Scientific Association for Probiotics and Prebiotics admite que, en base a las evidencias bibliográficas acumuladas durante estos años (ensayos controlados, revisiones sistemáticas y metaanálisis), existen ciertos efectos que pueden adscribirse a los probióticos como clase, los llamados core benefits, en el sentido de beneficios primarios2. Uno de esos beneficios primarios sería la salud digestiva (supporting a healthy digestive tract). El panel de expertos incluía a Gregor Reid, Lorenzo Morelli y Mary Ellen Sanders, y consideró que existe suficiente evidencia para afirmar que los probióticos previenen trastornos gastrointestinales de diversa índole cuando se consumen en cantidades adecuadas. Muchas cepas de probióticos han sido objeto de numerosos ensayos clínicos encaminados a indicaciones digestivas. El panel cita como ejemplo el metaanálisis de Ritchie y Romanuk3 (figura 1), que revisa 84 ensayos controlados en 10.351 personas con dolencias gastrointestinales. Globalmente hay un efecto beneficioso significativo, independientemente de la cepa probiótica empleada y del objetivo concreto de cada estudio (siempre prevención o tratamiento de trastornos gastrointestinales). Mejorar la salud intestinal sería un beneficio común asociado al consumo de cepas distintas de probióticos.
No se trata de abrir una “puerta falsa” para decir que todos los microorganismos son buenos para el tracto digestivo, sino de proponer que aquellos microorganismos que merecen llevar el sobrenombre de probiótico, por estar bien caracterizados y por haber demostrado eficacia en estudios clínicos bien diseñados, deben tener efectos beneficiosos sobre el aparato digestivo aun fuera de las condiciones o trastornos clínicos estrictos en los que se han estudiado (diarrea, intestino irritable, etc.). Se trataría de beneficios generalmente intangibles en el contexto de la persona sana, que se han puesto de manifiesto en situaciones adversas, pero que pueden prevenir trastornos futuros y también favorecer la fisiología del tracto digestivo en el día a día.
No cabe duda de que esta opinión es discutible y puede levantar polémicas, pero es lo que proponen algunos expertos analizando los resultados de la investigación de los últimos años.
Bibliografía
- FAO/WHO Expert Consultation. Probiotics in food: health and nutritional properties and guidelines for evaluation. FAO Food and Nutrition Paper 85, ftp://ftp.fao.org/docrep/fao/009/a0512e/a0512e00.pdf
- Hill C, Guarner F, Reid G, Gibson GR, Merenstein DJ, Pot B, Morelli L, Canani RB, Flint HJ, Salminen S, Calder PC, Sanders ME. Expert consensus document: The International Scientific Association for Probiotics and Prebiotics consensus statement on the scope and appropriate use of the term probiotic. Nat Rev Gastroenterol Hepatol. 2014; 11: 506-14.
- Ritchie ML, Romanuk TN. A meta-analysis of probiotic efficacy for gastrointestinal diseases. PLoS One 2012, 7:e34938.