En el año 2009, los internautas se hicieron eco de un bulo en internet que transcribo a continuación tal y como apareció en la red (pido disculpas por algún error gramatical):
El «estudio sobre el bote de yogurt» que ha lanzado Didier Raoult*, investigador francés, en la prestigiosa revista científica «Nature» de septiembre de 2009 a acabado por dar resultados.
Lo bueno es que estas bacterias “activas y vivas”, según Danone, son las mismas que las que se utilizan desde hace mucho tiempo en la cría industrial como activadores del crecimiento para hacer engordar más rápidamente a los cerdos y pollos. Un cerdo atiborrado de probióticos, gana un 10% en la báscula.
O sea que Danone nos incita a criar a nuestros niños como cerdos o pollos.
Adjunto también el artículo a que se refería la noticia (figura 1). La mayoría de las sociedades científicas, incluidas la Sociedad Española de Probióticos y Prebióticos (SEPyP) y la Sociedad Española de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica (SEGHNP), desmintieron el bulo y echaron por tierra los argumentos en los que se sustentaba el microbiólogo francés.
En primer lugar, Raoult se apoyaba en un falso silogismo: “Las personas obesas poseen microbiota distinta, con mayor proporción de Firmicutes que las personas con peso normal, por tanto, los probióticos (Lactobacillus y Bifidobacterium) que son Firmicutes aumentarán estas poblaciones y podrían favorecer la obesidad”.
En segundo término, extrapolaba el uso masivo de probióticos en granjas de pollos y cerdos “para engorde”, aduciendo que favorecen un 10% la ganancia de peso durante el crecimiento. Evidentemente, esta ganancia de peso debe ser entendida como una medida de crecimiento y salud, ya que el “engorde” no es en tejido adiposo sino en masa muscular, porque si no, no estarían en condiciones de ser aptos para el consumo humano. Pensamos, además, que el cambio de antibióticos por probióticos en los animales de granja ha supuesto una mejoría para la salud humana.
Por último, se refería a que había algunos estudios que habían demostrado un incremento de peso en niños que recibieron Lactobacillus rhamnosus, concretamente al realizado por Guandalini en 2000 en niños con diarrea (Guandalini S, Pensabene L, Zikri MA, Dias JA, Casali LG, Hoekstra H, Kolacek S, Massar K, Micetic-Turk D, Papadopoulou A, de Sousa JS, Sandhu B, Szajewska H, Weizman Z. Lactobacillus GG administered in oral rehydration solution to children with acute diarrhea: a multicenter European trial. J Pediatr Gastroenterol Nutr. 2000;30:54-60). Por supuesto, esta ganancia de peso era debida a una menor deshidratación y duración de la diarrea, factores favorables, evidentemente, para la salud de los niños que tomaron el probiótico.
Pero, ¿existe una relación entre la microbiota intestinal, el consumo de probióticos y la modulación del peso corporal?
Para contestar a esta pregunta os remito a un excelente artículo de revisión realizado en 2013 (Rodriguez JM, Sobrino OJ, Marcos A, Collado MC, Pérez G, Martinez MC et al. Nutr Hosp. 2013;28 S1:S3-S12), en el que se resume textualmente lo siguiente (figura 2): “Hasta el momento, los datos que asocian un tipo de microorganismos específicos con la obesidad humana no son concluyentes, ya que no determinan si es dicha microbiota la que juega una función causativa de la obesidad (fenómeno primario), o si es la microbiota intestinal la que está modulada en respuesta a dietas obesogénicas u otros factores relacionados con la patogénesis de esta condición (fenómeno secundario). Los estudios dirigidos a la modulación de la microbiota intestinal para prevenir o controlar la obesidad del hospedador, incluido el uso de probióticos, muestran resultados prometedores. De hecho, el consumo de probióticos en el entorno materno-infantil podría contribuir al control del peso corporal en etapas posteriores mediante la modulación de la microbiota intestinal infantil. Sin embargo, son necesarios más estudios que empleen ensayos aleatorizados, doble ciego y controlados por placebo para poder demostrar la eficacia de cepas probióticas específicas para la prevención o el tratamiento del sobrepeso y la obesidad.”