Una característica poco conocida de los probióticos es que algunos de ellos tienen efecto antihipertensivo. En este artículo comentamos algunos de los posibles mecanismos de acción y la evidencia que existe actualmente sobre el tema.
Los probióticos han demostrado ser beneficiosos en prevenir y tratar patologías como la enfermedad inflamatoria intestinal, la diarrea secundaria a antibióticos o la intolerancia a la lactosa, entre otras. Sin embargo, existe además un beneficio poco conocido, y es su efecto antihipertensivo.
Se ha observado que algunos probióticos son capaces de generar péptidos bioactivos que inhiben la activación sistema renina-angiotensina-aldosterona, sistema sobre el que pivota el control y homeostasis del sistema de regulación de presión arterial del organismo. Estos péptidos pueden actuar mediante dos mecanismos: la inhibición del efecto vasoconstrictor de la angiotensina o a través de la inhibición de la degradación de la bradiquinina, péptido con acción vasodilatadora.
En el año 2013 se publicó un metaanálisis en el que se valoraban los efectos hipotensores de las leches fermentadas. Con posterioridad, se publicó un segundo metaanálisis en el que se analizaba específicamente el efecto debido a los probióticos. Se incluyeron un total de 9 ensayos clínicos que aglutinaban a 543 participantes. En todos ellos se reportaron beneficios antihipertensivos tanto en presión sistólica como diastólica, salvo en uno en el que sólo se reportó beneficio sobre la presión arterial sistólica. Cuatro estudios incluyeron una sola especie probiótica (Lactobacillus plantarum y Lactobacillus reuteri), mientras que el resto utilizaron combinaciones de dos o tres especies (Bifidobacterium animalis, Bifidobacterium infantis, Lactobacillus helveticus, Lactobacillus acidophilus, Lactobacillus casei, Saccharomyces cerevisiae, Enterococcus faecium, Streptococcus thermophilus).
En el análisis por subgrupos obtenemos algunos detalles de interés: las intervenciones resultaron significativas cuando la duración de la intervención era superior a 8 semanas, si se empleaba una mezcla de probióticos y si las cifras de TA basales eran ≥130/85 mmHg. Este último dato refuerza la idea de que únicamente será efectivo cuando exista una activación del eje renina-angiotensina-aldosterona. Cabe destacar, como limitación del metaanálisis, su alto índice de heterogeneidad (I2 78%), debido tanto a las múltiples poblaciones incluidas como a las diferentes especies y dosis de probióticos empleados.
Curiosamente, distintas cepas de Lactobacillus plantarum se han empleado de forma satisfactoria para, una vez modificadas genéticamente, expresar proteínas como la oxalatodecarboxilasa, la β-galactosidasa o la proteína con efecto inhibidor de la angiotensina, y por tanto, con utilidades terapéuticas antihipertensivas, o extensibles a la industria alimentaria.
Por tanto, aunque con muy poca información todavía (cepa, dosis, duración, población…), descubrimos uno más de los múltiples beneficios de los probióticos, que animan a fomentar su investigación, conocimiento y empleo por los profesionales de la salud.
Bibliografía
- Khalesi S, Sun, J, Buys N. Effect of probiotics on blood pressure: a systematic review and meta-analysis of randomized, controlled trials. Hypertension. 2014; 64(4): 897-903.