Timothy G. Dinan, más conocido como Ted Dinan, es Profesor de Psiquiatría y Director del Departamento de Psiquiatría del University College, en Cork (Irlanda). Ted ha lanzado un nuevo concepto en una publicación conjunta con sus colegas Catherine Stanton y John F. Cryan, los «Psicobióticos» (Psychobiotics: a novel class of psychotropic. Biol Psychiatry. 2013; 74: 720-6). Los autores definen el término psicobiótico como un «organismo vivo que, cuando se consume en cantidades adecuadas, produce un beneficio en la salud de pacientes con trastornos psiquiátricos». Es obvio que la definición recorre un cauce paralelo a la definición de probiótico propuesta por la FAO/OMS en 2002, y los autores recalcan que precisamente se trata de una clase de probióticos capaces de producir y liberar sustancias neuroactivas (GABA, serotonina) que actúan a través del eje cerebro-intestino (Brain-Gut axis). El eje cerebro-intestino es una reconocida vía de comunicación bidireccional, y hay muchos ejemplos de ello. El estrés psicológico puede alterar funciones y percepciones gastrointestinales (retortijones antes de un examen de ‘mates’), mientras que las sensaciones procedentes del aparato digestivo pueden afectar a las emociones y la conducta (la buena comida que pone de buen humor y relaja).
La idea de que las bacterias del intestino afectan la conducta no es una novedad, ya que los ratones germ-free tienen una conducta anormal (hiperactividad, respuesta exagerada al estrés), con niveles bajos de serotonina, y falta de regulación del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal, lo que explica el estado de estrés en el que viven. Estas anomalías se resuelven completamente tras la colonización con bacterias intestinales, si se realiza en las primeras etapas de la vida. Por otro lado, los autores recuerdan que las patologías infecciosas crónicas suelen acarrear trastornos psicológicos, fundamentalmente de tipo depresivo. Por tanto, el concepto de psicobiótico, su escenario y los posibles mecanismos de acción son plausibles. Pero de ahí a disponer de probióticos aplicables con eficacia en los trastornes mentales hay todavía un largo trecho que recorrer.
Los autores han observado que muchos tipos de depresión se asocian a un estado inflamatorio crónico, con elevación sutil pero persistente de la proteína C reactiva y de citoquinas proinflamatorias (IL-6 y TNF). Aunque no se sabe si se trata de un epifenómeno, se sospecha que proviene de defectos en la barrera mucosa intestinal en base a datos obtenidos en modelos experimentales. Hay un buen número de probióticos que pueden actuar a ese nivel reforzando la barrera mucosa intestinal por su efecto antiinflamatorio, favoreciendo la producción de IL-10 por linfocitos T reguladores. Si unimos el potencial antiinflamatorio de estos microorganismos con su capacidad de producir sustancias neuroactivas, es hipotéticamente posible identificar psicobióticos eficaces contra la depresión.
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