Aunque poco estudiada hasta este momento, la microbiota de la piel seguramente proteja a este órgano y sus anejos de muchas de sus enfermedades y, probablemente contribuya al mantenimiento de la salud más allá del ámbito dérmico.
Como muy acertadamente afirma el profesor Juan Miguel Rodríguez en su excelente capítulo sobre “Nuestras otras microbiotas” en el libro editado por la Sociedad Española de Probióticos y Prebióticos (SEPyP), ya referido desde este blog: “el creciente interés sobre nuestra microbiota contrasta con el gran aumento en el empleo de agentes biocidas en jabones, geles y desodorantes que aplicamos en nuestras manos y cuerpos ante el temor al contagio y difusión de innumerables microbios».
Y como reitera el autor, resulta francamente llamativa la desconexión entre la protección que queremos ofrecer a nuestra bacterias intestinales y la destrucción de las que anidan en la piel. Es probable que este hecho sea debido a la, con certeza, menor atención científica que, hasta ahora, ha tenido la microbiota de la piel en relación con la del intestino.
La piel es un medio expuesto, por lo que debe protegerse frente a la colonización por parte de los microorganismos que viven en el medio ambiente. Por eso es tan seca y segrega ácido láctico, que es un buen antiséptico. Funciona como todo un ecosistema que contiene muchos nichos topográficos con 1010 bacterias sometidas a condiciones ecológicas variables como la humedad, temperatura, etc. Además, los anexos de la piel albergan una microbiota singular.
Las bacterias constituyen alrededor del 95% de la microbiota de la piel pertenecientes al menos a 19 filos pero predominando Actinobacteria (60% del total) y Firmicutes (25%). Las primeras están representadas por corinebacterias y propionibacterias, mientras que Staphylococcus epidermidis sería el representante casi exclusivo de las segundas. Además aparecen hongos, principalmente del género Malassezia, que viven en las zonas sebáceas e hidrolizan triglicéridos, dando lugar a ácidos grasos que contribuyen al pH ácido protector de la epidermis. Por último, también hallamos virus y ácaros.
Aunque poco estudiada hasta este momento, la microbiota de la piel, seguramente proteja a este órgano y sus anejos de muchas de sus enfermedades y, probablemente contribuya al mantenimiento de la salud más allá del ámbito dérmico. Así además de funcionar como barrera ante la invasión microbiana, es esencial para el desarrollo de un sistema inmunológico competente. Es posible que alguno de los microbios de nuestra piel pueda estar implicado en la etiología de muchos procesos dermatológicos como la dermatitis atópica, el acné, la psoriasis, la rosácea o la cicatrización de las heridas.
Precisamente es por lo que se empiezan a emplear probióticos para el tratamiento de diversas afecciones dermatológicas tanto en preparados orales como por vía tópica. Seguramente los estudios con mayor evidencia científica apuntan a su administración en la prevención de la dermatitis atópica temprana en niños con alto riesgo de padecerla, siendo el Lactobacillus rhamnosus GG la cepa más estudiada. Aún así, la mayoría de las Guías de Práctica Clínica opinan que son necesarios más ensayos clínicos bien diseñados antes de poder recomendar su empleo de manera rutinaria.
A pesar de la gran relación existente entre la microbiota de la piel y la etiopatogenia de su patología, el resto de las enfermedades dermatológicas deberán esperar a que se realicen nuevos estudios en humanos. De hecho, al repasar artículos de revisión o monografías sobre el tema, a parte de la dermatitis atópica comentada, apenas encontramos referencias, salvo la bacterioterapia en quemaduras y úlceras de la piel, aunque sí es cierto que, como en otras especialidades médicas, se empiezan a organizar simposia sobre el tema en los congresos de Dermatología.
En conclusión, el estudio de la microbiota de la piel abre enormes expectativas para las investigaciones futuras que pueden sentar las bases de tratamientos tanto preventivos como curativos de probióticos, prebióticos y simbióticos en las patologías dermatológicas.
Bibliografía
- Álvarez- Calatayud G, Suárez JE. Microbiota autóctona, probióticos y prebióticos. Pharma&Health Consullting; 2014.
- Farias MM, Kolbach M. Probióticos y prebióticos: ¿beneficio real en dermatología? Piel 2011; 26: 227-230.
- Rodríguez JM. Nuestras otras microbiotas: piel, tracto respiratorio, tracto urinario y aparato reproductor (exceptuando la microbiota vaginal). En: Álvarez-Calatayud G, Marcos A, Margollés A (Eds.). Probióticos, prebióticos y salud: Evidencia científica. Madrid: Ergon; 2016. p. 35-41.
- Valdez JC, Peralch MC, Rachid M, Gobbato N, Martínez MA. Probióticos y enfermedades de la piel. En: Ramos-Cormenzana A, Monteoliva M, Nader F (Eds.). Probióticos y salud. Madrid: Diaz de Santos; 2012. p. 237-251.
Hola, soy farmacéutica y estoy interesada en saber si podrían recomendarse los probióticos para eccema, porque he visto varios artículos científicos que avalan sus beneficios pero no hay ninguna guía oficial que demuestre es adecuada su recomendación desde la farmacia ( teniendo en cuenta que el paciente es sano y no esta imnodeprimido)
Un saludo y Muchas gracias