Los primeros años de la vida son cruciales para el establecimiento de la microbiota intestinal. El consumo de antibióticos por parte de la madre supone importantes cambios en la microbiota del niño cuando la madre está embarazada o lactando. Cuando es el propio lactante el que recibe el tratamiento antibiótico, también sufre modificaciones importantes en su microbiota, que pueden afectar a su futura salud.
Ya hemos expuesto en varios artículos de este blog que el desarrollo de la microbiota en los primeros meses de vida está relacionado con el riesgo de padecer diversas patologías en el futuro. Conocemos la importancia de factores clave en el establecimiento de una microbiota diversa, como pueden ser la lactancia materna y el parto vaginal pero, desde hace unos años, cada vez se le da más importancia al consumo de antibióticos tanto por la madre embarazada como por su hijo lactante.
Los primeros años de la vida son cruciales para el establecimiento de la microbiota intestinal. Desde el nacimiento hasta los 3 años de edad, la composición de las comunidades microbianas del intestino sufre cambios continuos, con un aumento gradual en la diversidad filogenética. En este contexto, el uso de antibióticos en los primeros meses de la vida puede afectar a los patrones habituales de cambio gradual, derivando en último término en la pérdida de algunos grupos taxonómicos, retrasando el establecimiento definitivo de un ecosistema microbiano intestinal de características adultas.
El consumo de antibióticos por parte de la madre supone importantes cambios en la microbiota del niño cuando la madre está embarazada o lactando, con menor proporción de Bacteroides, Atopobium y un recuento total reducido de bacterias comensales.
Cuando es el propio lactante el que recibe el tratamiento antibiótico, también sufre modificaciones importantes en su microbiota, que pueden afectar a su futura salud. Por ejemplo, se ha observado una elevada proporción de los géneros de enterobacterias y Enterococci y, en menor medida, de Bifidobacterium, incluso un mes después de concluir la antibioterapia.
Recientemente, se empieza a hablar de la posible relación entre las modificaciones de la microbiota intestinal durante los primeros meses de vida y ciertas enfermedades del adulto, como la enfermedad de Crohn, la enfermedad celiaca, la diabetes tipo 1, el asma, el desarrollo de atopia y la tendencia al sobrepeso y la obesidad, entre otras, así como su posible prevención con la modulación de la microbiota a edades tempranas de la vida, aunque faltan estudios para confirmar los posibles riesgos a largo plazo.
Para terminar, nos vamos a referir a un estudio publicado recientemente en The Journal of Pediatrics, liderado por investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y en el que también han participado el Servicio de Salud Pública del Principado de Asturias y la Universidad de Parma. El objetivo del mismo es ver cómo la administración de antibióticos a la madre durante el parto puede afectar al desarrollo de la microbiota intestinal del recién nacido.
El trabajo adquiere una especial importancia, ya que el empleo de antibióticos durante el periodo perinatal, incluyendo la profilaxis intraparto, es una práctica común presente en, aproximadamente, la tercera parte de los partos. Esto puede tener un tremendo impacto sobre el posterior establecimiento de la microbiota en el neonato, ya que contribuye a incrementar los niveles de enterobacterias, microorganismos potencialmente patógenos para el recién nacido, sobre todo durante el primer mes de vida.
Estas alteraciones de la microbiota producidas por la exposición perinatal a los antibióticos se ven incrementadas en los prematuros que, ya de por sí, tienen cantidades menores de microorganismos comensales, como las bifidobacterias y los Bacteroides, que los neonatos nacidos a término.
Todas estas investigaciones nos deben hacer reflexionar de cara a poder sentar las bases para el desarrollo de estrategias de intervención dirigidas a corregir estas alteraciones y a favorecer el establecimiento de la microbiota intestinal en el niño, así como a limitar el impacto sobre la microbiota del uso de antibióticos en estas etapas críticas. El empleo de probióticos y prebióticos podría restablecer la microbiota intestinal y compensar los efectos de la toma de antibióticos cuando ésta resulta imprescindible.
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