Cada vez existen más datos que apoyan la presencia de una microbiota fisiológica propia en la próstata y en otras partes del tracto genitourinario que hasta hace poco se consideraban estériles.
Tradicionalmente se ha asumido que el tracto urinario es estéril en los individuos sanos. Sin embargo, en los últimos años se ha observado que contiene una microbiota propia, cuya composición puede ejercer un papel relevante en el mantenimiento de la salud del aparato genitourinario. En este sentido, se han identificado diferencias notables entre personas sanas y aquellas con diversas enfermedades urológicas.
Algunos estudios han mostrado diferencias en la composición de la microbiota del tracto urinario masculino cuando se evalúan varones con y sin enfermedades de transmisión sexual o cuando se comparan hombres circuncidados y no circuncidados. Por otra parte, cada vez existen más datos que apoyan la presencia de una microbiota fisiológica propia en la próstata, un órgano que tradicionalmente se había considerado estéril en ausencia de infección.
Los pacientes con prostatitis y otras enfermedades prostáticas suelen mostrar comunidades polimicrobianas muy abundantes en el semen, la secreción prostática o la orina obtenida mediante masaje prostático. Tales comunidades están integradas fundamentalmente por corinebacterias, estafilococos y otras bacterias Gram-positivas, a menudo infravaloradas como “comensales” pero cada vez más claramente asociadas con prostatitis y uretritis masculinas.
Paralelamente, se ha revisado críticamente la evidencia que vincula las relaciones sexuales, las hormonas gonadales y el estrés de la barrera intestinal y la disfunción del eje cerebro-intestino-microbiota y las implicaciones para el síndrome del intestino irritable, patología más predominante en el sexo femenino. También se ha observado que la comunidad microbiana autóctona puede alterar los niveles de hormonas sexuales e intervenir en la aparición de una enfermedad autoinmune en individuos con alto riesgo genético.
Estudios experimentales en ratones han demostrado que el hipogonadismo después de la castración puede causar obesidad abdominal en una dieta alta en grasa en los varones con una relación de las especies de Lactobacillus y Firmicutes / Bacteroidetes aumentada en las heces de estos ratones. Estos resultados muestran que la deficiencia de los andrógenos puede alterar la microbiota intestinal e inducir la obesidad abdominal dependiendo de la dieta.
Por otra parte, la alteración de la microbiota del tracto genitourinario masculino puede estar íntimamente relacionado con infecciones recurrentes en la pareja y con una disminución de las tasas de fecundidad y fertilidad. A pesar de las expectativas creadas en los “amantes de los probióticos”, todavía no hay trabajos serios que relacionen el apetito sexual con la microbiota.
En conclusión, los futuros conocimientos sobre el microbioma urinario podrían ayudar a predecir el riesgo de padecer ciertas uropatías y a desarrollar estrategias terapéuticas innovadoras. La mejor comprensión de la microbiota fisiológica y patológica del tracto genitourinario masculino podría permitir el desarrollo de probióticos específicamente dirigidos a la prevención o el tratamiento de enfermedades de transmisión sexual y de la próstata y al aumento de las tasas de fecundidad. En consecuencia, los urólogos del futuro tendrán que considerar las posibles influencias del microbioma en el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades de su especialidad.
Agradezco al Prof. Juan Miguel Rodríguez de la Universidad Complutense la información aportada para la realización de este post.
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GRACIAS POR LA INFORMACIÓN!