Los pediatras y el mundo de los probióticos

Documento de consenso de la ISAPP sobre el concepto de probiótico

Hablar sobre probióticos siempre es un tema controvertido. Conocemos, desde hace muchos años, las propiedades beneficiosas que tienen sobre la salud, existiendo numerosas evidencias científicas que avalan su importante papel en la patogenia de numerosas enfermedades, sobre todo a nivel digestivo. Por este motivo, se han convertido en una de las líneas de investigación más desarrolladas en varias disciplinas científicas, como Inmunología, Nutrición, Microbiología, Veterinaria e, incluso, Medicina.

Como en otros temas relacionados con el mundo de la Salud, se han popularizado términos como alimento funcional, flora intestinal o probiótico, lo que ha provocado una utilización poco científica de estas “bacterias buenas”, más propias de charlatanes que de profesionales sanitarios. Este entusiasmo ha contagiado a promotores e investigadores, que han realizado estudios con probióticos en numerosas patologías sin el rigor científico necesario, por lo que muchos de ellos carecen de suficiente evidencia científica.

Pero, ¿por qué no los emplean los pediatras en su práctica clínica habitual?

Quizás una de las razones sea que la mayoría de los preparados son catalogados de suplementos alimenticios más que medicamentos, lo que les resta “importancia” como medida terapéutica. A esto se añade que no son financiados por el Sistema Nacional de Salud, lo que hace que compitan en desventaja con otros medicamentos.

Además, son preparados que han tenido “mala fama” para tener que ser empleados en, precisamente, la patología donde tienen mayor nivel de evidencia científica, la diarrea aguda. Desde que somos residentes de Pediatría se nos insiste en la “prohibición” de usar cualquier medicamento frente a estos procesos en la infancia, incluidos los probióticos.

Aún recuerdo que en 2004 fui invitado a México como coordinador del Grupo de Trabajo de Diarrea de la Sociedad Española de Urgencias de Pediatría, a un simposio internacional sobre diarrea donde, ante mi asombro, había una excesiva utilización de antibióticos en las gastroenteritis agudas despreciando los probióticos, que definían, sarcásticamente como “lactovaciladas”. Todavía estoy pensando por qué fui el encargado de dar la ponencia sobre probióticos.

Por último, los escasos ensayos clínicos controlados, con resultados poco concluyentes en muchos de ellos y gran diversidad en el diseño de los estudios realizados, justifican la gran variabilidad de los mismos en relación a su eficacia. De hecho, muchos metaanálisis concluyen que no hay suficientes trabajos con cepas específicas en grupos definidos de pacientes para poder establecer guías definitivas de tratamiento.

Todo esto parece que está cambiando en los últimos años, en los que se ha multiplicado el número de ensayos clínicos sobre probióticos publicados en PubMed, pasando de 4 en el año 1997, a un total de 120 de media en los últimos tres años, sólo en el campo de la Pediatría. De este modo, en la actualidad ya existen algunas cepas probióticas que presentan un buen nivel de evidencia científica para su uso en determinadas patologías.

Para finalizar, los pediatras españoles, tanto hospitalarios como de Atención Primaria, ¿tienen conocimientos adecuados sobre qué son los probióticos y la microbiota intestinal?

Hace tres años realizamos una encuesta entre los pediatras de nuestro centro, incluidos los residentes, y nos llevamos una desagradable sorpresa al comprobar el bajo nivel de conocimientos que tenían sobre esta materia. Es verdad que es algo que no hemos estudiado en la carrera de Medicina, pero sólo por la gran avalancha de información que recibimos de la industria farmacéutica, o por el cada vez mayor número de trabajos que aparecen en las revistas especializadas, esperábamos que hubiese habido más estímulo para adentrarse en el estudio de los probióticos. Ni que decir tiene que el empleo estaba en relación con el grado de conocimientos.

Esperemos que esta tendencia vaya cambiando y los pediatras y, en general, todos los médicos, vayamos utilizando estos preparados en consonancia con su evidencia científica.

Fecha de última modificación del artículo: 15/11/2013
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