Antibióticos en personas ancianas y sus efectos sobre la microbiota

anciano

El envejecimiento produce una alteración gradual de la microbiota intestinal. Dicha alteración se suma a la causada por el tratamiento antibiótico de las frecuentes infecciones del anciano, conduciendo con frecuencia a un empeoramiento del estado de disbiosis microbiana y a un círculo vicioso de difícil resolución.

Las personas de edad avanzada constituyen uno de los grupos de población en los que se observa una elevada exposición a los antibióticos1. En esta población las infecciones del tracto respiratorio, urinario y digestivo son las principales causas de administración de antibióticos.

Desafortunadamente, al igual que en los casos discutidos anteriormente, se observa una sobreprescripción de antibióticos de amplio espectro (principalmente quinolonas y β-lactámicos) y/o de antibióticos no recomendados como primera opción terapéutica tanto en atención primaria como en atención hospitalaria o residencial2,3.

Hay que señalar que el propio proceso de envejecimiento produce una alteración gradual de la microbiota intestinal y supone una merma en la capacidad del sistema inmune del individuo4,5. Esto conduce a una clara disminución de la resistencia a la colonización y el efecto barrera, con el consiguiente incremento del riesgo de infección.

El tratamiento antibiótico de dichas infecciones supone un estrés adicional sobre la microbiota intestinal del anciano. Con frecuencia esto conduce a un empeoramiento del estado de disbiosis microbiana, lo que permite la proliferación de microorganismos potencialmente patógenos en el intestino, incrementando el riesgo de infección y la necesidad de nuevos tratamientos antibióticos y completando así un círculo vicioso de difícil resolución.

En claro ejemplo de esto último son las infecciones por Clostridium difficile, un microorganismo oportunista que puede proliferar y causar enfermedad, con frecuencia en momentos en los que la microbiota del individuo se ha visto alterada por un tratamiento antibiótico6. La alteración de la microbiota intestinal, consecuencia del uso de antibióticos, permite la proliferación de C. difficile en el intestino. Esta infección se trata entonces con el antibiótico recomendado (metronidazol o vancomicina) pero, pese a que estas infecciones inicialmente pueden responder bien al tratamiento, las recidivas son frecuentes, requiriéndose nuevos tratamientos antibióticos, con el potencial desarrollo de resistencias y entrado así en un círculo vicioso que conduce al total deterioro de la microbiota intestinal. Por esta razón son diversas las alternativas terapéuticas, para la prevención y/o el tratamiento de la infección por C. difficile, que están siendo objeto de estudio. Estas incluyen desde el desarrollo y uso de nuevos antimicrobianos más específicos, que no alteren la microbiota intestinal, o, más recientemente, el uso del trasplante fecal7.

Una estrategia para reducir el uso de antibióticos en personas de edad avanzada podría consistir en el desarrollo de productos para facilitar el mantenimiento de la homeostasis de la microbiota intestinal y/o para inhibir competitivamente la proliferación de patógenos de especial relevancia en esta población, como el citado C. difficile. En este sentido, el uso de microorganismos probióticos seleccionados en función de las necesidades específicas de esta población constituye una opción muy atractiva.

 

Bibliografía

  1. Serna, MC, Ribes E, Real J, Galván L, Gascó E, Godoy P. Alta exposición a antibióticos en la población y sus diferencias por género y edad. Aten Primaria. 2011; 43: 236-44.
  2. Lim CJ, Kong DCM, Stuart RL. Reducing inappropriate antibiotic prescribing in the residential care setting: current perspectives. Clin Int Aging. 2014; 9: 165-77.
  3. Malo S, Bjerrum L, Feja C, Lallana MJ, Molliner J, Rabanaque MJ. Compliance with recommendations on outpatient antibiotic prescribing for respiratory tract infections: the case of Spain. Basic Clin Pharmacol Toxicol. 2015; 116: 337-42.
  4. Claesson MJ et al. Gut microbiota composition correlates with diet and health in the elderly. Nature. 2012; 488: 178-84.
  5. Salazar N et al. Microbial targets for the development of functional foods accordingly with nutritional and immune parameters altered in the elderly. J Am Coll Nutr. 2013; 32: 399-406.
  6. Rupnik M, Wilcox MH, Gerding DN. Clostridium difficile infection: new developments in epidemiology and pathogenesis. Nature Rev Microbiol. 2009; 7: 526-36.
  7. Mathur H, Rea MC, Cotter PD, Ross RP, Hill C. The potential for emerging therapeutic options for Clostridium difficile infection. Gut Microb. 2015; 5: 696-710.
Fecha de última modificación del artículo: 04/04/2016
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