Enumeramos las principales GPC que recomiendan el empleo de probióticos, prebióticos y simbióticos en Pediatría basándose en la evidencia científica existente hasta el momento.

La toma de decisiones en la práctica clínica debe basarse en una combinación de evidencia científica y el conocimiento basado en la experiencia y en la práctica clínica, por lo que se recomienda el uso de Guías de Práctica Clínica (GPC). Los niveles de evidencia son herramientas, instrumentos y escalas que clasifican, jerarquizan y valoran la evidencia disponible para emitir juicios de recomendación.

Como ya se ha comentado en el curso sobre Evidencia científica y guías de práctica clínica para el empleo de probióticos, prebióticos y simbióticos de esta web, las GPC surgen como respuesta a esta necesidad cada vez más creciente de los profesionales sanitarios de encontrar, de una manera eficaz y rápida, la información más acertada y fiable, en un entorno donde la investigación científica se incrementa de manera exponencial año a año.

La Pediatría es una de las especialidades médicas donde los ensayos clínicos contrastados, a pesar de lo dificultoso de su realización debido a los problemas éticos que ello conlleva, han demostrado su eficacia en diversas patologías, sobre todo digestivas, como diferentes tipos de diarreas, trastornos funcionales o procesos inflamatorios, aunque también se ha valorado su efecto beneficioso en las alergias y en la prevención de infecciones.

Por este motivo, el empleo de las GPC se va asentando paulatinamente en la práctica clínica habitual de los pediatras, y son empleadas tanto en los servicios de urgencias como en las consultas pediátricas. También son aplicables para otros profesionales de la salud (farmacéuticos, enfermeros, nutricionistas), que suelen utilizarlas con frecuencia. De esta manera, el estandarizar las actuaciones a seguir según la mejor evidencia científica disponible redundará en beneficio del paciente.

En la tabla adjunta se exponen las principales GPC que recomiendan el empleo de probióticos, prebióticos y simbióticos basándose en la evidencia científica existente hasta el momento. Las aplicaciones clínicas de los probióticos en la edad pediátrica han ido creciendo con el curso de los años. Junto a indicaciones clásicas y ampliamente estudiadas, como pueden ser la diarrea aguda y la asociada a antibióticos, empiezan a aparecer otras patologías que son subsidiarias del tratamiento con probióticos.

Observará el lector que, a pesar de que las GCP deben estar basadas en metaanálisis, revisiones sistemáticas y ensayos clínicos controlados, no siempre coinciden las cepas eficaces para cada situación clínica debido a la metodología empleada por los revisores. Como ya se hizo anteriormente en el curso, se han obviado las GPC no actualizadas y basadas en estudios obsoletos y que creemos que no aportan nada relevante.

Bibliografía

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