Seguridad de los probióticos en la población inmunodeprimida

Nueva publicación

Una nueva publicación1 aporta datos interesantes al respecto de la seguridad del empleo de probióticos en personas inmunodeprimidas, el segmento de población en la que más cautelas debemos tener.

El artículo parte de una búsqueda sistemática en pubMed y Medline de todos los ensayos clínicos que han empleado probióticos o simbióticos en población adulta (mayores de 18 años) con algún tipo de inmunosupresión. Se incluye entre la población inmunodeprimida a los pacientes con VIH, los pacientes trasplantados, los enfermos de cáncer, los enfermos críticos, los pacientes posquirúrgicos y, por último, los pacientes afectos de enfermedades autoinmunes que siguen tratamiento farmacológico inmunosupresor. Los efectos adversos reportados en los distintos estudios se clasifican de acuerdo a los criterios estandarizados del US National Cancer Institute (NCI). Destacamos que el periodo de búsqueda quedó restringido a los años 2008-2013, por ser los más recientes, aunque esto puede dejar fuera del análisis estudios interesantes sin un claro criterio especificado, más allá del temporal.

Cumplieron los criterios de búsqueda 57 estudios clínicos originales, que aglutinaron un total de casi 5.000 pacientes. El análisis de los datos se realizó por protocolo. Con aproximadamente 2.300 pacientes por cada brazo, tratamiento activo o placebo, no se reportó ningún efecto adverso grave, y no se detectaron diferencias entre los grupos en lo que a efectos adversos no graves se refiere. De hecho, se observó una tendencia no significativa a una menor tasa de efectos adversos en el grupo con tratamiento activo (0,32 versus 0,49; en el estudio no se aporta el intervalo de confianza).

Sin embargo, en el 22% de los estudios no se hizo mención a efectos adversos, poniendo de manifiesto que quizá no se es tan estricto en este aspecto porque se consideran los probióticos inocuos, o porque quizá se atribuyen los efectos adversos a la situación basal del paciente. Los efectos adversos más frecuentes fueron gastrointestinales, en forma de diarrea, dolor abdominal y disconfort abdominal, seguidos de infecciones en forma de neumonía asociada a ventilación mecánica y sepsis, no causadas en ningún caso por los probióticos empleados en el ensayo. Haciendo el análisis por subgrupos de pacientes inmunodeprimidos, se obtuvieron los mismos resultados, salvo en el subgrupo de enfermedades autoinmunes, en el que se detectó una mayor tasa de efectos adversos inespecíficos, no clasificables, en el grupo de tratamiento frente al grupo control. En ningún caso se identificó al probiótico como causa de bacteriemia. En concreto, en dos estudios en los que se utilizaron probióticos durante el periodo perioperatorio de cáncer colorrectal, el uso de probióticos se asoció a menor tasa de infección posoperatoria, sepsis o bacteriemia.

Las especies más utilizadas fueron Lactobacillus acidophilus y Bifidobacterium longum. Por otro lado, la cepa no se definió en casi la mitad de las especies probióticas utilizadas, en un estudio no se reportó la especie ni la cepa, y en otro estudio tampoco género, especie ni cepa. La dosis media administrada de probióticos fue de 2 x 109 de UFC al día, si bien no se definió en un número importante de casos. El tiempo de administración del probiótico en el 88% de los estudios fue igual o menor a 3 meses.

En conclusión, este estudio aporta más información que avala la seguridad de los probióticos en los pacientes inmunodeprimidos, con una tendencia no significativa a presentar menos eventos infecciosos. Sin embargo, ante una lectura crítica del artículo, los grupos de pacientes presentan tipos de inmunosupresión de diferente índole: inmunosupresión celular, humoral, neutropenia, pacientes posoperados, en los que la predisposición de las infecciones es variable. Es decir, una revisión de un grupo tan amplio tiene valor, pero la lectura ha de hacerse con cautela, ya que el grupo es muy heterogéneo. Resaltamos el aspecto de que, en general, los estudios son poco precisos a la hora de especificar la cepa probiótica. Finalmente, los datos de seguridad en esta revisión se ciñen a periodos de administración de probióticos en torno a 3 meses, y no a tratamientos crónicos.

1.    Van den Nieuwboer M, Brummer RJ, Guarner F, Morelli L, Cabana M, Claassen E. The administration of probiotics and synbiotics in immune compromised adults: is it safe? Benef Microbes. 2014 Oct 10:1-15. [Epub ahead of print]

Fecha de última modificación del artículo: 22/12/2014
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